El Día de la Soberanía Nacional se celebra anualmente el 20 de noviembre en conmemoración de la Batalla de la Vuelta de Obligado, librada el 20 de noviembre de 1845. La Confederación se encontraba gobernada por Juan Manuel de Rosas, quien al mismo tiempo ejercía como gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Esta conmemoración fue propuesta por el historiador José María Rosa en 1974, junto con la repatriación de los restos de Rosas, aprobada por el Congreso de la Nación Argentina y promulgada por la presidenta María Estela Martínez de Perón ese mismo año. Años más tarde, el 3 de noviembre de 2010, año del Bicentenario de Argentina, fue promovida a feriado nacional mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia por la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Un 20 de octubre... pero de 1845
La Batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y en el norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado (partido de San Pedro).
Enfrentó a la Provincia de Buenos Aires, liderada por el brigadier Juan Manuel de Rosas —quien nombró comandante de las fuerzas porteñas al general Lucio Norberto Mansilla— y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó bajo el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo. Los europeos pretendían establecer relaciones comerciales directas entre Gran Bretaña y Francia con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Rosas como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación.
La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.
Esta batalla, pese a ser una derrota táctica, dio como resultado la victoria diplomática de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour. Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.