POR ERICO VEGA
En el siglo XVI, en búsqueda de riquezas y expansión territorial, los españoles comienzan un período de conquista sobre el Río de la Plata. Es en este contexto que llegan, por agua, a estas tierras habitadas por grupos originarios que logran, a través de la defensa sostenida de su espacio, expulsar la conquista. Esta situación se da en dos lugares propios: lo que hoy conocemos como Buenos Aires y en Puerto Gaboto (Santa Fe).
Sin embargo, logra consolidarse, años más tarde, un puerto que iba a ser trascendental para la política conquistadora (y reconquistadora): Asunción (Paraguay). En esa tierra dominada por los guaraníes, los españoles fueron integrándose con ellos bajo un pacto de alianza geopolítica que, además, dio origen al mestizaje.
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Desde allí, es que sale una de esas expediciones al mando del conquistador español Juan de Garay. El capitán detiene a las embarcaciones sobre lo que hoy conocemos como Cayastá y encuentra, aquí, un sitio que reunía las características que demandaba la Corona en cada expedición fundacional: “…aguas y leña y pastos, pesquería y cazas y tierras y estancias para los vecinos y moradores de ella, y repartirles, como su majestad lo manda”. Esto lo deja expuesto en el acta, en lo que llamó para siempre hace 450 años: Santa Fe.
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Imagen aérea del parque arqueológico de Cayastá. Foto: Maiquel Torcatt / Aire Digital
“El rol de Santa Fe era la conexión con el Oeste y Noroeste, como un nudo dentro de distintas rutas, un lugar estratégico al lado del río y con acceso por tierra a los lugares con riqueza que buscaban los españoles. No sólo se fundaba una ciudad, sino que querían ocupar un territorio, tener una jurisdicción”, indica Gabriel Cocco, historiador y director del Parque Arqueológico Santa Fe La Vieja.
Cómo fue la planificación de la ciudad
Si bien en el acta fundacional de la ciudad reconocen la presencia de los pueblos originarios (“en tierra de calchines y mocoretaés”), la conquista los somete bajo el nombre de “pacificación”.
“Se hace la traza de la ciudad siguiendo un modelo, a partir de una plaza. En el medio de la plaza se establece el rollo fundacional que también es el lugar de castigo. Y a partir de este lugar se traza a cordel toda la cuadrícula de la ciudad, dividida en manzanas que, a su vez, están divididas en cuatro (solares)”, agrega Cocco.
Las construcciones comenzaron a darle forma a la ciudad con la conformación que tienen casi todas las ciudades del país: una iglesia, un cabildo y las casas de los que mandaban en las inmediaciones. Cosecha, cría de animales, vides pasaron a ser los elementos clave de la comercialización de productos locales para el desarrollo local.
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Pero el proceso no estuvo ajeno al conflicto “pacificador”. Si bien hubo grupos originarios que dentro del orden colonial pasaron a ser servidumbre, hubo otros que resistieron la conquista.
“Los conflictos se dieron a medida que la conquista iba avanzando, lo que se llamó la guerra de frontera con los grupos indígenas. Eso creó mucha movilidad y disolución social para las comunidades indígenas que no pudieron seguir con modo de vida porque habían ocupado territorio que era de ellos”, dice Cocco.
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La maqueta de Santa Fe La Vieja, que está en el museo del parquearqueológico. Foto: Maiquel Torcatt / Aire Digital
Esto fue una de las causas determinantes para evaluar el traslado de la ciudad (90 años después), posibilidad contemplada, también, en el acta de fundación (“…todas las veces que pareciere o se hallare otro asiento más conveniente y provechoso para la perpetuidad, lo pueda hacer, con acuerdo y parecer del cabildo…”).
El nuevo lugar, debía reunir las condiciones ya mencionadas pero ahora se contemplaba una nueva variante como consecuencia de los problemas bélicos: la seguridad de los habitantes. Fue así que, casi noventa años después de la creación de la ciudad, se da el traslado al sitio actual de Santa Fe. La mudanza total dura unos diez años.
“Se decide que ese lugar protegido por dos ríos (Salado y Paraná), era un sitio adecuado para el traslado y garantizaba la continuidad de las rutas comerciales y el puerto”, señala el historiador.
Las autoridades del Cabildo local piden la aprobación de la Corona española, aunque hay indicios que la mudanza comienza de todas maneras sin la autorización formal. Es el año 1660.
Los santafesinos parten 80 kilómetros hacia el sur en carreta y llegan a donde hoy está emplazada la ciudad de Santa Fe para dar origen a otra historia.