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Tecnología

Levantar en el ciberespacio, las nuevas tecnologías se meten entre las sábanas

Un breve repaso por las maneras de ligar en internet y en la televisión argentina.

 

Por Julieta Morales

Tinder. Ok Cupid. Badoo. Happn. Grindr. Bumble. La vorágine de la modernidad tardía se tragó las distintas formas de relacionarse sexo-afectivamente. En Tinder, por ejemplo, se hacen 26 millones de match por día en todo el planeta. El fenómeno de las citas online llegó hasta los lugares más impensados del mundo y Argentina no es la excepción.

“Nada me funciona. Un tipo me dejó un mensaje de voz, lo llamé a su casa. Me mandó un correo a mi Blackberry y le mandé un mensaje a su celular. Me mandó un correo a mi casa y la cosa se salió de control. Extraño cuando tenías un teléfono y una máquina contestadora y esa máquina contestadora tenía una cinta y la cinta tenía un mensaje del tipo o no lo tenía. Y ahora te rechazan por siete tecnologías distintas. Es agotador”, decía la actriz Ginnifer Goodwin en una escena de la comedia románticona Simplemente no te quiere (2009).

¿Mercado de carne o revolución sexual?

Los pétalos de margaritas del “me quiere o no me quiere” ahora se transformaron en un swipe a la derecha (te gusta) o a la izquierda (no te gusta) en las apps de dating. Hay quienes creen que no deja de ser una oferta y demanda de cuerpos y otras lo ven como plataformas para la exploración sexual con otras personas.

Leonela Murazzo es Psicoanalista (UBA) y diplomada en Género. “La píldora anticonceptiva también pareció como el trono de la liberación sexual, hasta que la crítica feminista vociferó que otra vez parecía que de la reproducción nos tenemos que hacer cargo sólo quienes portamos cuerpos con útero. Quiero decir, lo que aparece como éxito alcanzado en su totalidad es un espejismo, puede ser un avance pero si es solo de facha no alcanza las verdaderas modificaciones profundas del orden patriarcal”, explica al respecto.

Si bien la tecnología intensifica cierto tipo de prácticas no es nada que haya salido de un repollo o de un día para el otro.

El Tinder de la televisión argentina

“¡Se ha formado una pareja!”, gritaba a los cuatro vientos en la televisión argentina Roberto Galán. Y es que su programa “Yo me quiero casar, ¿y usted?” era el Tinder de la pantalla chica durante la década de los setenta, ochenta y noventa. El formato del programa era único en el país para ese entonces: el clásico casamentero durante veinte años se encargó de “unir” parejas y casar a cientos de ellas a lo largo de su emisión.

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Roberto Galán era una suerte de Celestina, el personaje que surge en 1499 en la literatura española. La Celestina era una mujer que llevaba mensajes de amantes a cambio de unas moneditas. O como en la Cenicienta, Roberto Galán era esa hada madrina moderna que le hacía competencia a las Agencias Matrimoniales de Argentina. Incluso hay rumores que hablan de que fue este conductor quien ofició de celestina entre María Estela Martínez y el general Juan Domingo Perón en 1955 en una reunión de amigos en Panamá.

La ficción de estar cerca cuando se está lejos

En las décadas venideras y con el avance del neoliberalismo, la virtualidad comenzó a operar como una posibilidad para reconfigurar los vínculos y encuentros online y offline. Y, por sobre todas las cosas, el levante y el erotismo. Mariana Palumbo, doctora en Ciencias Sociales (UBA) e investigadora del Conicet habla de la mercantilización de lo afectivo y sostiene que “a partir de la existencia de servicios que vienen a resolver en la inmediatez los aspectos emocionales de nuestra vida, podemos buscar relaciones sexuales, consejos y hasta elegir semen u óvulos. Y uno de los servicios más utilizados son las apps de citas y de encuentros sexuales”.

Para la ex socióloga Jess Carbino de la compañía Tinder, “las personas buscan en los perfiles diferentes señales” y da una serie de consejos como “no usar lentes de sol porque ocultará la mirada y sonreír porque las personas que lo hacen son consideradas más accesibles”.

Bárbara Mariscotti es psicóloga, sexóloga y fundadora del grupo Amor Libre Santa Fe. Para ella, estas aplicaciones “sirven para acercar gente que a veces, en otro contexto, no se conocerían o bien se conocen personalmente pero no se animan a hablarse. Lo bueno que tiene Tinder es que cuando se habilita el chat es porque ambas personas nos dimos corazoncitos. Entonces tenes una certeza, aunque sea mínima, de que la otra persona quiere conocerte”.

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Y además agrega que “con las nuevas tecnologías existe un poco de desconexión. Es un fenómeno raro: estamos todo el día en contacto y mandándonos emojis. Y después cuando estamos cara a cara con una persona no hablamos de nada o no sabemos bien de qué hablar. Me parece que te da la ficción de que estás cerca cuando estás lejos y en realidad alejan cuando estás cerca”.

Eva Illouz es Profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Jerusalén. En el 2017 pasó por Argentina y nos dejó un mensaje pertinente: “Tinder marca una separación muy clara entre tres mercados: el mercado sexual, el mercado romántico y el mercado del matrimonio”. Así, estas aplicaciones se convierten es espacios disponibles 24/7 para buscar lo que se desea. Y por qué no, tener sexo.

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