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Sociedad

Una perra criada por presas cuidará a una niña rosarina

La pequeña Brisa Vanzini, de 9 años, y la perra labradora Paz comenzaron sus andanzas por Rosario esta semana. El can, que fue entrenado en el Centro de Federal de Detención de Mujeres de Ezeiza antes de conocer a su nueva dueña (que padece atrofia muscular espinal), es el primer animal de servicio en la ciudad que, desde 2008, posee una ordenanza que permite su libre circulación en cualquier ámbito.

Brisa contó que pasearon por el shopping, fueron a almorzar al club al que asiste y que Paz la fue a buscar al colegio y al lugar donde estudia inglés. Además, la niña hace natación y catequesis.

“Paz tiene una alfombrita cerca de mi cama, pero prefiere dormir en el piso”, contó Brisa, que cursa el cuarto grado. Dijo que a la perra le gusta jugar con la pelota y, con sonrisa cómplice, afirmó que “a veces la trae, pero a veces no”.

El periplo de Paz y Brisa comenzó entre mayo y junio del año pasado, con las primeras entrevistas de Floriana y Sebastián, padres de la pequeña, con el equipo de Huellas de Esperanza, un programa que depende del Servicio Penitenciario Federal (ver página 11).

Una de las instancias más importantes fue el viaje que hizo Brisa junto con su familia al Centro Federal de Detención de Mujeres, Unidad 31, en Ezeiza.

A ello se sumaron las entrevistas de sus padres con una trabajadora social (que realiza una evaluación socioambiental) y un terapista ocupacional (quien evalúa la autonomía y el grado de discapacidad de quien solicita el perro).

“En diciembre nos dijeron que Brisa calificaba para tener un perro de servicio, en enero vinieron a conocer el lugar donde vivíamos para saber si era propicio y después, el mismo mes, nos dijeron que íbamos a probar con Paz para ver si congeniaba con Brisa. Y congeniaron”, contó Floriana.

La instructora de Paz, Sofía García (32), comentó que la primera instancia de reconocimiento se hace en la Unidad 31 “porque es el lugar que Paz conoce. Los internos son los que conviven con los perros y les transmiten todo sobre ellos a las personas que van a practicar: qué les gusta a la hora de salir a jugar, si le gusta que le rasquen la panza y demás”.

“Yo estoy en la Unidad un montón de horas, pero la verdad es que la tienen las internas”, dijo.

En la Unidad 31, a lo largo de dos semanas, Brisa comenzó a practicar junto con Paz, su instructora y la interna que se hizo cargo de ella.

Sofía comentó que el proceso de selección de las internas que se postulan para criar a los perros es minucioso: “Las entrevistamos, les preguntamos al personal penitenciario si son responsables, entre otras cosas, porque hay que cuidar de cachorros que entran al programa con 45 días de vida”.

La instructora aclaró que los movimientos iniciales de los cachorros son de “obediencia básica”, ya que a un mes y medio de su nacimiento están comenzando a caminar. Por ello, se les enseñan técnicas para sentarse, echarse o caminar al lado de la persona sin tirarle la correa.

Tras ello, el perro se entrena en un plazo mínimo de entre 18 y 24 meses. Luego, se postulan las personas interesadas en contar con los servicios de estos animales.

Por las distancias, el plan para que Paz se quede definitivamente con Brisa es distinto al convencional. La instructora comentó: “Si la persona vive en Buenos Aires, viene una determinada cantidad de veces por semana para practicar y conocer al perro y después se pasa a una segunda etapa en la que se llevan al perro. Esto es distinto”.

El viernes, Paz se volvió con Sofía a Buenos Aires (ambas estuvieron en la ciudad toda esta semana) para retomar en mayo los entrenamientos. Si todo sigue así, Brisa ya tendrá a la perra consigo ese mes aunque resta confirmar la fecha.

“Así vamos formando el binomio de ellas. Brisa también tiene que aprender: a manejarla, conocerla. El perro asiste en un montón de cosas, pero el guía deber ser responsable de saber «leer» al perro. Por ejemplo, si el perro se asusta, el guía debe sacarlo de esa situación. Que se conozcan entre ellas es un proceso que lleva su tiempo”, explicó, a la vez que admitió que “Brisa es una alumna estrella”.

Modo “perro”

Paz tiene cuatro años y con sólo verla se intuye que está predispuesta a ayudar a los demás. Pero, también, a juguetear.

Si bien durante una considerable cantidad de tiempo la perra está al servicio de Brisa, también necesita y debe estar en “modo perro”. Así lo explicó Sofía: “Ella tiene una orden en la que es perro. Cuando se la saca al jardín, uno le indica «Paz, libre» y se va y hace lo suyo. Es como un recreo para ella”.

“La perra, como ser vivo, necesita también de espacios en los cuales sea un perro normal. Así como Paz asiste y acompaña a Brisa en cualquier espacio, también tiene que tener sus momentos en los que vaya, olfatee cosas, haga sociales con otros perros. Sencillamente, que sea perro”, comentó.

Respeto y conciencia

La ordenanza 8.280/2008 da luz verde a la utilización de los perros de asistencia en cualquier ámbito de la ciudad.

Además de ello, la instructora y la familia de Brisa hicieron hincapié en la importancia de entender que Paz, así como los demás animales de asistencia, no son mascotas.

Sofía advirtió: “Si el perro atiende a los llamados de otras personas, puede pegarle un tirón a Brisa y hacerla caer. Es cuestión de educar a la sociedad”.

“Entrenamos a los perros para que no se distraigan, pero es un ser vivo que tiene días buenos y malos, que puede cometer errores. El tema también queda en la sociedad a contribuir a que el animal no cometa esos errores”, fundamentó.

En el caso que alguien vea a Paz y quiera acariciarla, debe consultar antes con Brisa para poder hacerlo. Esto es, simplemente, un mecanismo para que la pequeña se prepare.

Según comentó la instructora, “Paz está entrenada con la orden «saludá» y la perra tiene el permiso para acercarse a quien tiene enfrente. Así, Brisa tiene tiempo para prepararse, agarrar fuerte la correa o inclusive darle un poco de ella o hasta soltarla”.

Floriana contó que Paz ya tiene 29 órdenes aprendidas, mientras que, relacionado a la ordenanza, Sebastián aseguró que hasta en los aviones hay protocolos para llevar perros de servicio a bordo junto a sus dueños.

Todos comentaron que están en tratativas para que Paz pueda ingresar al colegio junto a Brisa. “Es un proceso. Hay un montón de personas con quien hablar, a las que hay que capacitar porque desde el desconocimiento suena como una locura. Y de todos los niveles de lugares donde podés ingresar un perro, el colegio sería el nivel 10, por decirlo de alguna manera”, ejemplificó Sofía.

Brisa, Floriana y Sebastián cuentan los días para volver a ver a Paz, quien se perfila como una nueva y predispuesta integrante de la familia Vanzini.

Fuente: www.lacapital.com.ar 

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