Las historias de tres ex presas políticas: del horror de la dictadura a la reconstrucción de la vida en democracia

Las historias de tres ex presas políticas: del horror de la dictadura a la reconstrucción de la vida en democracia

Tres santafesinas que sobrevivieron al horror durante la última dictadura cívico-militar argentina cuenta en primera persona su detención, las torturas que sufrieron y la lucha por la memoria en un país que aún busca justicia. En el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, su testimonio está más vivo que nunca.

POR CATALINA MAURE Y SOFÍA MORELLO

Patricia “la Turca” Céuninck, Patricia Traba y Alejandrina Gómez Lassaga —tres ex presas políticas de la ciudad de Santa Fe— contaron cómo vivieron aquellos años oscuros. En una entrevista para AIRE, las sobrevivientes recordaron la importancia de no olvidar, de luchar por la justicia y de resistir ante la adversidad.

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La vida antes de ser detenidas

Patricia Céuninck, Patricia Traba y Alejandrina Gómez Lassaga eran jóvenes llenas de sueños y proyectos cuando transitaban su juventud. En ese entonces, las tres se encontraban profundamente comprometidas con la política y el cambio social.

Patricia Traba, con solo 21 años, militaba en la Juventud Universitaria Peronista y estudiaba Letras en la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Alejandrina, con 27 años, era trabajadora social en la Municipalidad de Santa Fe y madre de una niña de seis meses.

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Mientras tanto, Patricia “la Turca”, con 19 años, estudiaba en el Bachillerato Nacional nocturno, militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y se dedicaba al trabajo barrial en su comunidad.

En esos años de militancia, la lucha por la justicia social y la equidad era un faro para muchos jóvenes. Sin embargo, ninguno de ellos imaginaba lo que estaba por suceder. La represión, que ya se estaba gestando, acabaría por despojarle sus libertades y, en muchos casos, hasta sus vidas.

El momento que marcó sus vidas para siempre

La vida de estas mujeres cambió de un momento a otro. Las detenciones fueron masivas, brutales y sin ninguna base legal. La falta de identificación de los represores y la ausencia de orden judicial convertían esos secuestros en actos de terror. Las tres sobrevivientes relataron cómo fueron detenidas, cada una con su propia experiencia de horror.

Patricia Traba fue secuestrada en su hogar por un grupo de hombres vestidos de civil, luego de buscar por la ciudad a una compañera desaparecida. Durante su arresto, no hubo ninguna formalidad legal: simplemente se la llevaron un año después del golpe de Estado.

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A Alejandrina también la fueron a buscar a su casa. A pesar de que se encontraba con su bebé de seis meses, fue llevada a una unidad policial en noviembre de 1975. Por su parte, la Turca contó que ella fue una de las primeras detenidas en Santa Fe que estuvo en la Ex Comisaría 4ta después de estar retenida en distintos paraderos.

Estas historias fueron el inicio de un calvario aún mayor. Entre los secuestrados reinaba el miedo, la incertidumbre y la incomodidad de saber que eran prácticas comunes.

Además, el hecho de que las víctimas no tuvieran conocimiento de la magnitud de lo que se estaba gestando, sumaba a la angustia. Para Patricia Traba, por ejemplo, el horror no fue completamente evidente hasta que llegó a la cárcel de mujeres en la ciudad de Buenos Aires, donde había compañeras de los cuatro puntos cardinales del país.

El calvario en los centros clandestinos

Las tres entrevistadas compartieron sus recuerdos de los centros clandestinos de detención y tortura, lugares de horror indescriptible donde las mujeres fueron sometidas a interrogatorios y violencia psicológica, sin ningún tipo de protección.

Patricia Traba fue llevada al centro de detención conocido como “La Casita” en Santo Tomé. Allí, el abuso de poder y la tortura fueron los métodos empleados para deshumanizar a los detenidos, convirtiéndolos en cuerpos sin derechos.

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La Turca, por su parte, asegura que a pesar de la brutalidad de los operativos, las compañeras detenidas intentaban mantener su humanidad. En ese entonces, las mujeres hacían manualidades con los elementos que tenían a su alcance como una forma de resistencia al terrorismo: desde tejidos con hilos de toallas, hechos con perchas, hasta colgantes con huesos de caracúes y carozos de durazno.

La violencia de la dictadura no solo afectó a quienes fueron detenidos, sino también a sus familias. Si bien las tres mujeres podían recibir visitas, estas estaban limitadas por estrictas restricciones impuestas por las fuerzas armadas.

Pero no todos los secuestrados corrieron la misma suerte, 30.000 personas continúan desaparecidas desde que los oficiales interrumpieron la tranquilidad de sus hogares. Muchos familiares se contactaron con Patricia, la Turca y Alejandrina para indagar por el paradero de sus seres queridos, pero en la mayoría de los casos no tuvieron respuestas.

Resistencia y solidaridad, una herramienta vital

A pesar del sufrimiento, la solidaridad entre las mujeres detenidas fue una de las claves para su supervivencia. En las celdas compartidas, nacieron lazos profundos que trascendieron la represión.

Entre todas se organizaban en grupos, compartían recursos y se daban apoyo emocional entre ellas. Estas mujeres formaron un colectivo de resistencia, donde la solidaridad se convirtió en una herramienta vital para sobrevivir.

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Después de la liberación, muchas de ellas tuvieron que reconstruir sus vidas en un contexto político, social y económico profundamente transformado. La Turca fue testigo del rechazo social al que muchos sobrevivientes se enfrentaron. A pesar de eso, resistieron el estigma y continuaron militando por la justicia social y por la memoria histórica.

Fue así como Patricia Traba se desempeñó en la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Fe, donde acompañó a los testigos en los juicios por delitos de lesa humanidad, encontrando así un medio de reparación para contribuir a la causa de la justicia.

Hoy, décadas después, estas mujeres siguen comprometidas con la memoria histórica. La importancia de transmitir su testimonio es fundamental para que las nuevas generaciones conozcan los horrores de la dictadura. La memoria, la verdad y la justicia no son solo palabras, sino que son el principio de la resistencia a la impunidad.

La memoria más viva que nunca

Las historias de la Turca, Patricia y Alejandrina son un recordatorio vivo de los horrores que dejó la última dictadura cívico-militar en Argentina. A través de sus testimonios, nos muestran que la lucha por la memoria histórica y la justicia sigue siendo esencial, incluso hoy, cuando algunos sectores intentan negar o minimizar el sufrimiento vivido durante esos años.

Estas mujeres nos enseñan que la memoria no solo es un ejercicio de recordar, sino una forma activa de resistir y garantizar que Nunca Más se repita el terror institucionalizado. “Nosotras consideramos que somos sobrevivientes y que tenemos una responsabilidad con sostener el pedido de justicia por los 30.000”, asegura Patricia Traba.

El capítulo de ABRO HILO "24 M | La historia de tres ex presas políticas: de la detención a la reconstrucción, 49 años después" se transmitirá el lunes de 21 a 22 por todas las plataformas de AIRE.