Claudio y Lunita dormían en la esquina de Villaroel y Juan B. Justo, en Villa Crespo. Una tarde, María y otra rescatista Erika Gabriel, los conocieron. Claudio no quería a entregar a Lunita, porque “ella le llenaba de alegría sus días y le hacía sentir que su realidad en las calles no era tan dura, que tenía un poco de amor al despertar y al acostarse a dormir”, cuenta María en su posteo.
Con el correr del tiempo, se le dificultaba más y más cuidarla, ya no podía trabajar recolectando basura como siempre: Lunita cruzaba la calle corriendo para seguirlo o quería jugar con él todo el día. No tenía un colchón donde dormir por las noches ni un plato de comida seguro para su cachorra.
María remarca que intentaron hablar con Claudio acerca de la adopción y buscarle una casa a Lunita donde él pudiera ir a verla, pero él no estaba del todo convencido. Fue así que un día dejó de ir a dormir a la esquina de siempre.
Luego de dos semanas, los rescatistas lo encontraron y él accedió finalmente a dar a la perrita en adopción. “Nos dijo que él sabía que la calle no era para nadie, y no podía cuidar más a la bebe”, contó María.
Lunita ahora busca una nueva familia donde la amen, la cuiden y le den la atención que necesita.
Fuente: www.minutouno.com
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