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Revista El Pato |

Saltwater uruguayo

La pesca con mosca no deja de ampliar sus fronteras y nuevas especies se suman al listado de las capturas regulares en esta modalidad. En este artículo, nuestra experiencia con un pionero y decano de los guías uruguayos en el famoso centro veraniego de Punta del Este, algo que promete convertirse en un atractivo pesquero para los mosqueros argentinos.

La pesca con mosca nació para las truchas, seguramente porque era la única forma de pescarlas cuando estaban selectivas. Luego se extendió a los salmones y, finalmente, recién en el siglo XX, a otras especies de aguas dulces y saladas.

En Sudamérica, y más particularmente en nuestro país, se pescaban sólo salmónidos, lo que obligaba a largos viajes y hacía de la pesca con mosca algo para muy pocos privilegiados. Recién en la década de 1970 (años en que hicieron su aparición en la modalidad las taruchas, las chanchitas y luego los dorados) comenzó un largo proceso por el que el fly fishing se fue abriendo paulatinamente a la mayoría de los pescadores deportivos, que empezaron a pescar más cerca de su casa y, por tanto, cotidianamente.

Desde esos avances no dejaron de sumarse nuevas especies que pusieron a la pesca con mosca algo al alcance de todos. Y esto se lo debemos a los pioneros, que “le encontraron la vuelta” a cada una de esas especies locales.

Gracias a Damián Lavarello, médico en el consultorio y aventurero en su tiempo libre (surfer, buzo y mosquero), conocimos al famoso pescador y guía uruguayo Carlos Montañés, padre de la pesca con mosca en sus pagos.

Damián es un asiduo veraneante de Punta y ya tiene bastante experiencia con la mosca, incluso con varias capturas en sus costas, de manera tal que, cuando nos propuso el viaje, no hubo demasiado que discutir. Como siempre, no fueron necesarias demasiadas conversaciones para convencernos de que era necesario viajar para conocer a Carlos y pescar las corvinas que lo están haciendo famoso; sagradas obligaciones que tenemos los que debemos mantener informados a nuestros lectores.

saltwater

De esta manera, aprontados los arreglos mínimos, nos dispusimos para el viaje con el citado Damián, Miguel Torres (iba a estrenar su condición de nuevo mosquero) y Claudio (se haría cargo de las fotos). Una vez llegados a Punta del Este nos encontramos con este pionero que nos llevó rápidamente al lugar donde se estaba dando el pique de las rubias. En el lugar encaramos la playa con todas las ansias aunque con muy poco tiempo, ya que eran los últimos momentos de luz de día.

Allí, en una larga playa de arena, nos recibió uno de sus aprendices, que ya había cobrado tres corvinas y estaba sacando la cuarta. El lugar era una serie de rocas donde rompían las pequeñas olas, con canaletas de arena donde las corvinas entran a comer a escasos metros de la playa.

Con el agua a poco más de la rodilla, seguimos las precisas indicaciones del guía: “Están allí … ¿ven las aletas de las que están comiendo sobre la piedra? Lancen a la canaleta, dejen profundizar y stripeen despacio.” Así lo hicimos y el pique, firme y franco, no se hizo esperar, de una corvina que parecía un tractor. El animal se soltó, pero la situación era evidente y los comentarios de mis compañeros definieron muy bien las circunstancias: “este fulano sabe de esto”.

Punta del este

Carlos sugiere que, cuando se siente la tomada de la corvina, hay que darle tiempo para que se dé vuelta y cañar de costado para que se clave en la “tijera” (zona de la comisura de los labios), puesto que tiene una boca un poco complicada para la efectiva clavada del anzuelo.

Los equipos que el guía aconseja para este tipo de pesca son #8 o #9 con líneas sinking tip (más eficientes y más cómodas de utilizar que los shootings) de grado IV, V o VI con leaders entre 1 y 1,5 metros que aseguren el rápido descenso de una mosca bien lastrada.

Lamentablemente, la noche trajo viento malo que “tapó” el mar (llaman de esa manera cuando se enturbia el agua y no permite ver los peces), lo que hizo imposible continuar buscando las corvinas rubias porque, aunque sigan estando allí, no logran ver las moscas. Este es un aspecto para tener en cuenta: el factor climático condiciona la pesca y para ello hay que estar prevenido y buscar otras opciones del largo listado que ofrece la zona ayudados por el guía.

Visto que la cosa se había “empiojado” con las rubias, fuimos en busca de otras especies para documentar la información de esta nota. Así, el segundo día lo dedicamos a los pejerreyes y las lisas.

Carlos nos llevó a lugares reparados del viento donde el agua no se había “tapado” y pronto comenzamos a ver el objetivo de nuestra pesca. Un dato de importancia: no olvide sus anteojos polarizados, calzado cómodo para vadear y un buen protector solar.

Lo de la protección solar es obvio, aunque resulta conveniente recordarlo para no terminar mal una buena salida de pesca. Sobre los anteojos, es fundamental contar con buenos polarizados, puesto que el agua es muy clara en condiciones normales y no hay que olvidar que se trata de la pesca “a pez visto” en casi todos los casos; además es necesario ver claramente por donde se camina, pues las piedras están cubiertas de mejillones, que son muy filosos a la hora de una caída.

Hablando de los pies, sólo es posible pescar descalzo en playas de arena, porque las zonas de piedras, como ya dijimos, se convierten en muy peligrosas “para andar en patas”. Allí es importante que el calzado tenga suela que evite los resbalones en las piedras lisas cubiertas de musgo y proteja convenientemente al pie y, de ser posible, también al tobillo para evitar raspones. Por lo tanto son ideales las botitas de neoprene o, en su defecto, zapatos de vadeo tradicionales.

Volviendo a la pesca, se ven constantemente los pejerreyes y las lisas, y hay que tentarlos con líneas de flote y leaders de más de dos metros con tippets finos, sobre todo, para las lisas, que se muestran muy desconfiadas. Las moscas usadas son las “Gusanitos” (foto 1), creadas por los locales y montadas en anzuelos #14, en color rojo para las lisas y blanco para los pejerreyes. En los roquedales se usa el mismo modelo, pero en color rosa para los sargos.

Hay que destacar algo: las lisas son realmente muy difíciles de pescar, porque imponen mucha paciencia, ya que son endemoniadamente complicadas. Es una pesca muy desafiante que pone a prueba nuestra mesura y racionalidad, pues siguen las moscas con interés, pero muy esporádicamente las toman, lo que nos pone muy nervioso y dan ganas de agarrarlas a los tiro con un fusil.

Dado que el viento malo continuaba, Carlos optó por llevarnos al día siguiente a la isla Gorriti, que se ubica a pocos centenares de metros de la costa y a la cual se cruza en lanchas-colectivo de horarios regulares.

Esta ínsula, otrora una batería de artillería de defensa costera, un fuerte y luego una prisión, es de una belleza sin igual, con costas y bosques difíciles de empardar, donde se puede ir acompañado por la familia que puede pasar un estupendo día de playa mientras nosotros pescamos. Una vez en la isla, nos dedicamos a tentar a los lenguados con líneas sink tip, leaders cortos y moscas lastradas Camored y tipo Clowser Minnow (blancas y negras como alevinos de pejerrey) que debían recogerse lentamente por el fondo de arena de las canaletas entre las rocas.

Allí sobraron los piques y Miguel debutó con su primera captura de un lenguado que terminó en el tradicional plato de fideos llamado marinara hecho por Damian que, además de médico y pescador, se mueve bien entre ollas y cacerolas. Nos tomamos la licencia de sacrificar el lenguado para festejar el debut de Miguel, lo que concluyó en el brindis de sobremesa. El análisis del contenido estomacal del lenguado arrojó muchos pequeños cangrejos y sólo un alevino, lo que explica la eficiencia de las moscas trabajadas rozando lentamente el fondo de arena.

Además de lenguados, abundaban las endiabladas lisas, que siguen las moscas por largo trecho observándolas sin decidirse a tomarlas, lo que constituye un desafío para el aplomo de cualquiera y justifican un buen ansiolítico en el chaleco de pesca. Realmente no logramos definir por qué, pero sólo Carlos logró pescarlas y fueron varias.

No olvide lavar los equipos con abundante agua dulce. Sobre todo, el reel que es recomendable sumergirlo en un balde, luego sacar el spool y exponerlo al chorro de agua de la canilla para que desplace toda la sal. No hacer esto puede ser objeto de posteriores lamentos, sobre todo, si son equipos “freshwater”.

Conviene llevar waders para días frescos o destemplados atardeceres ventosos.

Recurra al guía, porque se trata de una pesca que tiene muchos secretos. Recuerde el viejo refrán: “lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros”.

 

 

Textos Gabriel Luis Paccioretti

Fotos Claudio Cardinale

 

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