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El debate en Chile: reformar o no la Constitución

La crisis en el país ya dura más de dos semanas y la demanda central es ahora reformar la Constitución

Si a menudo Chile fue ejemplo de desarrollo económico y crecimiento, ahora lo es también de autoorganización y resistencia. La crisis en el país, que dura ya desde hace más de dos semanas, destapó una cara mucho menos notoria de lo que ocurre más allá de los Andes: una profunda desigualdad agudizada por medidas económicas que abandera el actual gobierno.

Pasada la confusión de los primeros días, la demanda principal en Chile es ahora redactar una nueva Constitución. El texto que rige actualmente data de 1980, y se redactó bajo el mandato del dictador Augusto Pinochet. Sus postulados, del lado del liberalismo, no encajan con las demandas sociales de las últimas semanas: mejores pensiones, educación gratuita, mayor rigor y control sobre las grandes empresas, acceso a la vivienda y no privatización de los bienes básicos, entre otras cuestiones.

El historiador alemán Stephan Ruderer, profesor del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile, analizó esta demanda en DW y explicó que "la Constitución de 1980 es una camisa de amarre para los cambios que se necesitan, porque limita la posibilidad de modificar el sistema neoliberal y la lógica de mercado que está detrás, y que justamente está plasmada en esta Constitución”.

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Pese a que en sus casi 40 años de vigencia se fueron introduciendo algunas modificaciones, el grueso de la Carta Magna y sus cuestiones de fondo siguen sin alterarse. La expresidente Michele Bachelet impulsó un proceso de cabildos ciudadanos para discutir el tema, pero la cuestión se diluyó sin resultados.

Algunos de los artículos en el punto de mira hacen referencia al poder –excesivo por parte de los partidarios de la reforma– que se le otorga al presidente, en detrimento del Congreso, con lo que la convivencia política queda alterada. Además, Constitución también se fija el rol subsidiario del Estado, que no puede intervenir en muchos ámbitos.

El proceso para modificar el texto no es sencillo. Para empezar, dos tercios de ambas cámaras –Congreso y Senado– deben ponerse de acuerdo y dar el visto bueno. También existen dudas de si el proceso debería darse a través del órgano parlamentario o a través de una asamblea constituyente.

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Piñera, dispuesto a conversar

En una entrevista con la BBC publicada este martes, la primera desde que estalló la crisis en Chile, Sebastián Piñera aseguró de que, pese a los llamados para que renuncie, se mantiene firme en la decisión de continuar en el cargo hasta agotar su mandato.

El presidente dijo a la cadena británica que su gobierno está llevando a cabo “muchas autocríticas” desde que comenzaron las manifestaciones, y que todas las cuestiones que no supieron “escuchar con suficiente atención” les ayudarán ahora “a corregir el rumbo” de Chile.

En la misma conversación, Piñera explicó que su prioridad en las últimas semanas fue “restaurar el orden público, la seguridad ciudadana y la paz social”, y ahora debe poner en marcha la agenda social –una serie de medidas aprobadas en las últimas semanas– que mejorarán las pensiones, la educación y la presión fiscal.

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“Por supuesto que el debate no termina ahí”, aseguró el mandatario, y dijo que después “vendrá una segunda etapa en la que estamos dispuestos a conversarlo todo, incluso una reforma a la Constitución”.

Sebastian Piñera on Twitter

Cuando la periodista de la BBC le inquirió eso incluye la formación de una Asamblea Constituyente, Piñera fue más elusivo, y enfatizó que “hay que empezar por definir qué queremos, qué cambios queremos introducir en la Constitución”. “Hay algunos a los que no les importa nada el fondo, lo único que quieren es el método. Y yo digo que en una democracia como la chilena hay instancias para debatir estas cuestiones, y esa instancia es el Congreso”.

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