El crimen del periodista Pedro Stein y la pista del sicario en Esperanza

El crimen del periodista Pedro Stein y la pista del sicario en Esperanza

Por ERICO VEGA

Esperanza, tarde del domingo 21 de abril de 1912. El periodista Pedro Stein, dueño del diario La Unión, sale de una reunión hacia su casa. Su andar rutinario desconoce lo que está por suceder: un hombre a caballo se acerca y le dispara por la espalda con un revólver de grueso calibre. Stein cae. Muere. Mejor dicho, lo matan.

Allá por 1900, a tan sólo 30 años de la llegada de los primeros colonos (de Suiza, Alemania Francia y Bélgica), Esperanza ya tenía más de ocho molinos harineros, un correo, un consejo municipal, un telégrafo, ferrocarril, tranvías y se había declarado ciudad. No sólo eso: estaba entre las 15 principales ciudades del país.

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“A inicios del siglo XX, Esperanza es la tercera ciudad de la provincia de Santa Fe. Los dirigentes políticos del país veían en esta ciudad el modelo para insertar Argentina en el mundo. Y Stein era periodista y militante político que participó de la revolución de 1893, cuando Alem trata de terminar con el fraude y el impedimento para los inmigrantes de participar de las elecciones”, explica el historiador Raúl Cueva.

Por su ideolología, Stein tenía un enfrentamiento con el poder ejecutivo local y con el “establishment” de aquella época. “Con su pluma empieza a reflejar también cierto padecimiento de la clase obrera emergente, que empieza a verse como consecuencia de la expansión industrial de Esperanza”, agrega Cueva.

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Maiquel Torcatt / Aire Digital.

Maiquel Torcatt / Aire Digital.

La postura editorial del diario fue creciendo de manera tal que empezó a incomodar a los poderosos que también veían no sólo a un periodista con poder en la pluma, sino también a una figura política sólida y carismática.

“Esa tardecita cuando sale en la actual esquina de Castelli y San Martín (Esperanza), según algunos testimonios, lo esperaba un gaucho, que iba a ser el sicario. Estaba a caballo. Y cuando viene caminando, se acerca a todo galope y le dispara en la espalda con un 38 Smith & Wesson del especial, así figura por lo menos en el sumario policial”, comenta el historiador graficando los hechos.

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Maiquel Torcatt / Aire Digital.

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¿Era posible que un gaucho de la zona, por ese entonces, porte un arma de ese calibre y con esas características o se trataba de un sicario contratado por alguien mucho más poderoso? La policía local de entonces había encontrado una pista a pocos metros de la escena del crimen: un rebenque que tiene grabadas dos iniciales: J.R.

La investigación detuvo a Juan Reina, un gaucho que habría actuado de sicario para callar a Pedro Stein para siempre. “Aparentemente hubo versiones de que una persona vinculada a las familias del poder económico de aquí le había facilitado el arma. Generalmente, el gaucho, en esa época, a lo sumo tenía un facón. El arma de fuego es algo que no era común y le fue facilitado por alguien. Por eso las versiones iniciales señalaban a que el autor intelectual del crimen estaba mucho más allá de Reina”, indica Cueva.

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Maiquel Torcatt / Aire Digital.

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La causa fue muriendo. Más allá de Reina, que recuperó la libertad tras unos días detenido, nunca hubo alguien señalado, aunque muchos supieran quiénes estaban detrás del crimen de Stein. Nunca hubo alguien condenado.

Hoy, 113 años después, hay una placa en su memoria. En el museo de la colonización, en una vitrina, guardan celosamente su billetera.

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Maiquel Torcatt / Aire Digital.

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En el cementerio de la ciudad, su tumba reza el siguiente epitafio: “alevosamente asesinado por la espalda en la calle pública de Esperanza”.

Tras el crimen de Stein, el diario La Unión tuvo sólo dos ediciones más y desapareció. No así la figura ni la historia de Pedro Stein. Y eso significa que su palabra, su compromiso y valentía perduran en el tiempo y le ganan al olvido.