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La echaron a los dos días de su trabajo, planeó una sutil venganza y dejó en quiebra al lugar

El tribunal le adjudicó a la joven de 30 años llamada Lauren Arafat 250 horas de trabajo comunitario y 14 días de "actividades de rehabilitación" por su venganza.

Una chica estaba apenas en su segundo día de trabajo cuando le anunciaron que debía tomar sus cosas y no volver. Ella, enojada, se vengó de manera maliciosa y el lugar terminó llevándola a juicio. La chica ideó una “venganza sofisticada” contra el centro de spa que la había contratado y recibió una condena por eso. Su nombre es Lauren Arafat, tiene 30 años y vive en el Reino Unido.

La fiscalía que se encargó del caso aseguró que la joven había tenido en 2019 su primera entrevista de trabajo con la propietaria de spa, según medios locales. El lugar se llamaba The Potting Shed Spa y estaba ubicado en la localidad de Bately. “La dueña del lugar, Sam Pearce, entrevistó a la Sra. Arafat en mayo de 2019 para un puesto de recepcionista”, señaló la fiscalía, según un medio local.

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El tribunal le adjudicó a la joven de 30 años llamada Lauren Arafat 250 horas de trabajo comunitario y 14 días de "actividades de rehabilitación" por su venganza.  

El tribunal le adjudicó a la joven de 30 años llamada Lauren Arafat 250 horas de trabajo comunitario y 14 días de "actividades de rehabilitación" por su venganza.

Lauren quedó elegida

En este sentido, el 30 de mayo la contrataron, pero en su segundo día las autoridades quedaron disgustadas por supuestas conductas inapropiadas y resolvieron echarla. En este sentido, ella decidió conectarse con su celular al sistema que utilizaba el local haciéndose pasar por otro trabajador y borró 211 turnos.

Luego de esto, la dueña del lugar debió cerrar sus puertas durante 2 días. “La dueña tuvo que llamar por teléfono a los clientes para volver a agendar sus citas y también averiguar si se habían borrado otras”, aseguró la fiscalía. La dueña aseguró que a partir de ese entonces, su emprendimiento comenzó en bajada hasta que tuvo que cerrar definitivamente.

“Lo intentamos todo con un coste financiero personal para mantenernos a flote, pero se trazó una tormenta perfecta que forzó la bancarrota de mi negocio. En última instancia, destruyó por completo la reputación, los planes de futuro y otras posibilidades. Ocurrió una devastación absoluta. La vergüenza y humillación fueron insoportables”.

Sin embargo, la Justicia no pudo determinar que el cierre del lugar se debiera a la acción de la joven. Un medio local aseguró que el tribunal definió la actitud como una “venganza sofisticada” que tuvo una duración de 30 minutos. De todos modos, la declararon culpable de un delito en virtud del tercer artículo de la Ley Computer Misuse Act por actos no autorizados con el objetivo de perjudicar o con imprudencia para perjudicar el funcionamiento de una computadora y uso indebido de ordenadores.

El 11 de mayo pasado, la Justicia le adjudicó 250 horas de trabajo comunitario y 14 días de “actividades de rehabilitación”. En caso de no hacerlas, podría empeorarse su pena.

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