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Las 6 claves de los daneses para criar hijos felices

Según datos del último Informe de Felicidad Mundial (World Happiness Report) publicado por la Red para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas este año, Dinamarca ocupa el tercer puesto entre los 156 países más felices del mundo clasificados por factores como la esperanza de vida, el estado del bienestar y el nivel de corrupción.

El país ranquea en el top 5 por su nivel de felicidad desde el año 1973. Lógicamente, son varias las razones por las que no se mueve del podio. Meik Wiking, director del Instituto de Investigación de la Felicidad, con sede en Copenhague, dijo que los cinco países nórdicos que siempre aparecen en los puestos más altos del índice “aciertan en el sentido de crear buenas condiciones para la buena vida”.

El economista John Helliwell, un codirector del World Happiness Report, dijo que la felicidad parece ser contagiosa en una sociedad. En palabras de los propios daneses la conclusión es contundente: “las condiciones bajo las cuales vivimos tienen gran importancia para nuestra calidad de vida, ya que la felicidad no es solo cuestión de elección”.

Una sociedad de adultos plenos cría hijos felices. En eso se basa el libroCómo criar niños felices. El método danés para desarrollar la autoestima y el talento de nuestros hijos en el que la terapeuta danesa Iben Dissing y la psicóloga estadounidense Jessica Joelle Alexander explican la clave de por qué las familias danesas viven en un círculo de crianza feliz que se repite generación tras generación, y los coloca en el podio de las comunidades más felices.

Alexander aclara que no hay un gran misterio detrás: “Esto se logra gracias a que, desde pequeños, los niños están en contacto con sus sentimientos, tienen seguridad en sí mismos y la capacidad para ver el lado positivo de las cosas”.

Las especialistas explican cuáles son las pautas que deberían seguir los padres a la hora de educar y criar a sus hijos. Por ejemplo, aseguran que los gritos y los cachetazos deben quedar completamente fuera de la crianza: ese estilo autoritario es el más nocivo para los más pequeños.

Además, la presión y el estrés al que muchos someten a sus hijos no es saludable: reducirlos y centrarse más en la autoestima es clave para criar niños felices. “Hay que crear más bienestar y cuidar lo que el pequeño es, no lo que podría llegar a ser o los logros que podría alcanzar. Si reforzamos su autoestima, tarde o temprano llegará mucho más lejos’, aseguran las terapeutas.

Si modificamos viejos hábitos de crianza conseguiremos que las nuevas generaciones se conviertan en adultos plenos, capaces de sobreponerse al fracaso y con una autoestima difícil de derribar.

1. Enseñarles a jugar

Puede ser que al principio haya llantos y rabietas, pero hay que pasarlo. El juego libre es de lo mejor que hay para alcanzar la felicidad. Según las autoras del libro, si los niños siempre están luchando por conseguir algo, como buenas notas, premios o el reconocimiento de profesores o de sus padres, no lograrán desarrollar su impulso interior. El juego puede ser usado para mejorar las habilidades de superación de adversidades, en especial las de adaptación, de resolución de problemas y de establecimiento de metas.

Dejá que tu hijo explore el mundo, que descubra todas las posibilidades que el arte le ofrece. Dejá que se ensucie las manos y la ropa, que juegue con chicos de otras edades, géneros, etnias, que descubra la diversidad. Y, sobre todo, no intervengas en cada pequeño problema que le surja. Si está jugando y se cae, esperá a que se levante y vuelva a jugar.

2. Dejá que sean auténticos

Borrá el concepto decepción de su vocabulario. Respondé siempre con honestidad a sus preguntas, leé cuentos que hablen de las emociones (todas, tanto las buenas como las malas), enseñales a ser genuinos. Es importante que los chicos dejen de compararse con sus compañeros, amigos o familiares de su edad.

Es más importante enfocarse en el esfuerzo individual, en su propia originalidad y autenticidad. Además, no conviertas los halagos en tu respuesta automática: un halago tiene que ser una recompensa, no algo sin ningún tipo de significado.

3. Utilizá la redefinición para mejorar

Los daneses evitan el lenguaje limitante y negativo, y no les dicen a los más pequeños qué hacer, cómo deben sentirse o cómo deben enfrentarse a una situación. Por el contrario, los motivan para que los niños vean las situaciones desde distintos puntos de vista y, así, se centren menos en los resultados que deben obtener o las partes negativas de no obtener los resultados “adecuados”.

4. Crea empatía

La única forma de tener relaciones sanas y cariñosas a largo plazo es reforzando la empatía en una edad muy temprana. El método danés para criar niños felices tiene esto muy en cuenta: si la empatía se suprime, entonces estarás exponiendo a tu hijo a abusos físicos, psicológicos o sexuales sin quererlo y, en muchos casos, sin ser consciente de eso.

En estos casos, los límites saludables se rompen y, por tanto, su habilidad para ser empáticos se ve afectada. Claro, que la sobreprotección, también es perjudicial. Crea empatía, pero no asfixies a tu hijo.

5. Dejá atrás los ultimátums

Un ultimátum no deja de ser una lucha de poder: “si hacés esto todo saldrá bien”, aunque el pequeño no entienda por qué tiene que hacerlo, no quiera hacerlo o no esté cómodo haciéndolo. En este punto, las autoras del libro recomiendan distinguir entre el comportamiento y el niño en sí: no lo culpes (los chicos son buenos por naturaleza), involucrá al otro progenitor (si lo hay) y hablen los tres sobre por qué determinado comportamiento está mal.

Alexander y Dissing lo explican así: “Lo que a menudo sucede es que los padres pierden en esta configuración. Podemos perder la cercanía (gobernando con miedo), podemos perder la perspectiva (escogiendo las batallas y no la guerra o las grandes líneas de la paternidad), y podemos perder el respeto (si no lo siguen). El uso de la empatía y un enfoque más basado en el respeto tiene un efecto boomerang. Enseñe respeto, sea respetuoso y usted será respetado es el lema”.

6. Reforzar la unión y el hygge

La felicidad depende, en gran medida, del tiempo que pasamos con los amigos y la familia. Aquí entra el hygge, ese concepto danés que nos habla de pasar tiempo de calidad con las personas a quienes tenemos estima.Esto es clave para que los niños crezcan felices: “Se busca desconectar de todo y dedicarse a estar con quien más se aprecia en un ambiente acogedor.

Explican las especialistas que “el concepto de unión y hygge esencialmente es hacerte a un lado por el beneficio de un todo. Es dejar los problemas en la puerta y sacrificar tus necesidades y deseos individuales para hacer que una reunión grupal resulte más amena”.

 

 

 

 

Fuente: https://tn.com.ar

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