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La danza del apareamiento digital: cómo usan Tinder los y las santafesinas a la hora de “levantar”

Desde Instagram a Tinder, pasando por Grindr. Las distintas relaciones sexo-afectivas en la virtualidad de la ciudad.

El hipopótamo macho se sube a una enorme pila de excremento y se la arroja a su enamorada. Los monos capuchinos se perfuman con su propia orina mientras que los puercoespines se la arrojan a su amante en la cabeza. Algo moralmente objetable. Por su parte, los y las millennials se descargan Tinder.

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Hedy y Fernando se conocieron en el Tinder del 2005: una plataforma medio pelo de online dating que posiblemente ya no existe. Ella santafesina y él vasco. Más de diez mil kilómetros de distancia. La calidad de la camarita digital que usaban transmitía la imagen pixeladísima. Se hicieron diez preguntas y al mes juraron el amor en Santa Fe. No se habían visto nunca la cara en vivo y en directo hasta ese momento y ahora tienen un perro.

Las especies propias del reino digital son polimorfas: las dating apps reúnen los mejores ejemplares. Estúpida y sensual tecnología. ¿Qué pasa en nuestra ciudad? Las siguientes historias son reales pero sus nombres ficticios para mantener el anonimato.

Sororidad 3.0: compartiendo matches

Julia tiene 26 años y estuvo en una relación durante mucho tiempo. Siempre le llamó la atención Tinder, pero no se había animado a crearse un perfil. “Una amiga conoció a un chico y me contó que la había pasado bien. Al tiempo, lo vi en Tinder y le mandé una captura a ella. Sus palabras fueron ‘dale like que lo vas a disfrutar’. Fue mi primera cita a través de la aplicación justamente por eso, porque tenía referencia de esa persona“, cuenta Julia.

“A muchas nos da desconfianza encontrarnos con alguien que conocimos ahí, por eso me generaba más tranquilidad saber que mi amiga ya había salido con él. Porque además hay mucho acosador que te rastrea el Instagram y te habla por ahí, aunque no le hayas dado match. En otra ocasión hice match con dos chicos que resultaron ser amigos y me di cuenta cuando me los crucé, juntos”, agrega la joven.

Cuando la política se mete entre las sábanas

Estefanía y Andrés se dieron like unos días después de las elecciones primarias en Argentina. Ella de Santa Fe, él de Paraná. La conversación fue subiendo de tono y en la cúspide del encuentro digital él le preguntó a quién había votado. Tras su respuesta, Andrés canceló la danza del apareamiento con un click inmediato.

Tinder con fines “educativos”

Las historias de citas online no tienen límites ni filtro alguno. Federico vive acá pero piensa global: contrató la versión Premium y aprovecha ahora la metodología Passport. De esta manera, se habilita la opción de cambiar la localización del perfil para conectar con personas de todo el mundo.

Federico está físicamente en Santa Fe pero su cabeza en Washington D.C. en Estados Unidos. Su perfil en la app dice que busca “aprender inglés” y tiene la ilusión de que alguien le pague un pasaje de ida.

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