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Investigan en Italia si existieron "safaris humanos" en Sarajevo durante la guerra de Bosnia: turistas habrían pagado para disparar a civiles

La Fiscalía de Milán abre una investigación sobre ciudadanos italianos que habrían pagado hasta 100.000 euros por disparar contra civiles durante el asedio más largo de la historia moderna europea.

Tres décadas después del fin del asedio de Sarajevo, uno de los capítulos más oscuros de la guerra de Bosnia emerge desde las sombras. La Fiscalía de Milán investiga una acusación escalofriante: millonarios italianos habrían participado en "safaris humanos", pagando sumas millonarias para disparar contra civiles indefensos durante el cerco que sufrió la capital bosnia entre 1992 y 1996.

El caso, liderado por el fiscal Alessandro Gobbis, se abrió tras la denuncia presentada por el escritor Ezio Gavazzeni junto con los abogados Nicola Brigida y Guido Salvini, quien fuera juez en el pasado. Los cargos: homicidio voluntario múltiple con agravantes de crueldad y motivos abyectos, un delito que no prescribe en el ordenamiento italiano.

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Investigan en Italia si existieron “safaris humanos” durante el sitio de Sarajevo

Los testimonios recabados revelan una realidad que desafía la comprensión humana. Según las pruebas presentadas, estos "turistas de guerra" pagaban entre 80.000 y 100.000 euros —o su equivalente de la época— por participar en un fin de semana de "caza". Pero el horror alcanza su punto más abyecto en un detalle: se pagaba más por disparar contra niños.

"El aspecto más morboso del 'safari de Sarajevo' fue que existía una tarifa sobre cuánto debía pagar un cazador de fin de semana a los miembros del Ejército de la República Srpska para disparar a civiles: adultos, mujeres, niños, embarazadas, soldados", confirmó Edin Subaši, exgeneral de brigada bosnio y antiguo agente de inteligencia militar, en declaraciones a la cadena bosnia N1.

Una imagen fechada el 21 de noviembre de 1994 muestra a un soldado francés de la ONU y a una mujer brindando primeros auxilios a un soldado bosnio alcanzado por una bala de francotirador en la llamada "avenida de los francotiradores" de Sarajevo
Una imagen fechada el 21 de noviembre de 1994 muestra a un soldado francés de la ONU y a una mujer brindando primeros auxilios a un soldado bosnio alcanzado por una bala de francotirador en la llamada “avenida de los francotiradores” de Sarajevo

Una imagen fechada el 21 de noviembre de 1994 muestra a un soldado francés de la ONU y a una mujer brindando primeros auxilios a un soldado bosnio alcanzado por una bala de francotirador en la llamada “avenida de los francotiradores” de Sarajevo

La ruta del horror: de Trieste a las colinas de Sarajevo

La investigación ha reconstruido la logística de estos viajes macabros. Los participantes se reunían los viernes en Trieste, ciudad italiana fronteriza con la antigua Yugoslavia. Desde allí volaban en aviones de la compañía Aviogenex hasta Belgrado, Serbia, para luego ser trasladados hasta las colinas que rodean Sarajevo.

Una vez apostados en las alturas, estos francotiradores de fin de semana disparaban contra civiles que intentaban sobrevivir en la ciudad asediada, especialmente en la infame "avenida de los francotiradores", una arteria vital donde los sarajevíes arriesgaban sus vidas diariamente para conseguir agua, alimentos o simplemente llegar a sus destinos.

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El serbio Boško Brki y su novia bosnia Admira Ismi; fueron asesinados en tierra de nadie en 1993. AP PhotoJerome Delay
El serbio Boško Brki y su novia bosnia Admira Ismi; fueron asesinados en tierra de nadie en 1993. AP PhotoJerome Delay

El serbio Boško Brki y su novia bosnia Admira Ismi; fueron asesinados en tierra de nadie en 1993. AP PhotoJerome Delay

El perfil de los cazadores

¿Quiénes eran estos individuos? La documentación presentada dibuja un perfil perturbador: hombres adinerados del norte de Italia —Milán, Piamonte y Véneto—, con simpatías de extrema derecha, apasionados de las armas y la caza, en busca de adrenalina extrema.

"Un cazador apasionado que ha probado ya todos los tipos de safari clásicos legales y que por necesidad de adrenalina busca también una cabeza humana como trofeo; una persona que ama las armas y es al mismo tiempo un tipo psicopático", describe Subaši en una carta incorporada al expediente.

Entre los sospechosos identificados habría un propietario milanés de una clínica de cirugía estética, empresarios respetables y profesionales exitosos que, después de sus fines de semana de muerte, regresaban a Italia para continuar con sus vidas aparentemente normales.

Izquierda Un taxista comparte combustible con un anciano. Derecha Nazif Zahirovic, soldado bosnio de 17 años, juega con su perro (26 de noviembre de 1995).
Izquierda Un taxista comparte combustible con un anciano. Derecha Nazif Zahirovic, soldado bosnio de 17 años, juega con su perro (26 de noviembre de 1995).

Izquierda Un taxista comparte combustible con un anciano. Derecha Nazif Zahirovic, soldado bosnio de 17 años, juega con su perro (26 de noviembre de 1995).

El silencio cómplice

Quizás uno de los aspectos más perturbadores del caso es la complicidad institucional. Gavazzeni confirmó que los servicios secretos italianos estaban al tanto de estas actividades.

"Mi fuente, E.S., ex agente bosnio, dice que el Sismi sabía y que intervino", explicó el escritor. La inteligencia bosnia advirtió a sus colegas del Sismi (el servicio de inteligencia militar italiano) sobre la presencia de al menos cinco italianos en las colinas alrededor de Sarajevo. Según testimonios recogidos, el Sismi respondió que había interrumpido las operaciones, pero nunca proporcionó los nombres de los participantes ni se conoce si hubo detenciones.

En el territorio operaba una misión de UNPROFOR (Fuerza de Protección de las Naciones Unidas), a la que Italia contribuía con el mayor contingente de soldados. "Sabemos que hay una carpeta sobre los turistas de guerra. Que eran, al menos, un centenar", calcula Gavazzeni.

Soldados de las fuerzas especiales bosnias y civiles son atacados por francotiradores serbios, en Sarajevo, el 6 de abril de 1992.
Soldados de las fuerzas especiales bosnias y civiles son atacados por francotiradores serbios, en Sarajevo, el 6 de abril de 1992.

Soldados de las fuerzas especiales bosnias y civiles son atacados por francotiradores serbios, en Sarajevo, el 6 de abril de 1992.

El contexto: Sarajevo bajo el fuego

Para comprender la magnitud de esta barbarie, es necesario recordar el contexto. El sitio de Sarajevo fue el asedio más largo de la historia moderna europea: 1.425 días de bombardeos incesantes, francotiradores y hambre que causaron más de 11.500 muertos —1.601 de ellos niños—, la mayoría civiles.

La ciudad quedó completamente aislada, sin agua, electricidad ni alimentos. Los sarajevíes cavaban túneles para sobrevivir, corrían por las calles esquivando balas y vivían con el terror constante de los francotiradores apostados en las colinas circundantes. En este escenario de pesadilla, algunos extranjeros encontraron su perverso parque de diversiones.

Un crimen sin precedentes

"Esta investigación destapa una parte de la sociedad que oculta su verdad debajo de la alfombra, una sociedad que vive de la apariencia", declaró Gavazzeni indignado. "Hablamos de gente de dinero, de buena reputación, empresarios, que durante el sitio de Sarajevo pagaba para poder matar a civiles indefensos. Salían de Trieste para la caza humana y después volvían y seguían haciendo la vida de siempre, respetable ante los ojos de los demás".

El caso no es completamente nuevo. En 2022, el cineasta esloveno Miran Zupani estrenó el documental "Sarajevo Safari", que investigaba la participación de extranjeros adinerados —incluidos estadounidenses y rusos— en estas cacerías humanas. Un ejemplo notable fue el del escritor y político nacionalista ruso Eduard Limónov, filmado en 1992 disparando una ametralladora hacia Sarajevo, acompañado personalmente por Radovan Karadi, el líder serbobosnio posteriormente condenado a cadena perpetua por genocidio y crímenes contra la humanidad.

En 2007, el exmarine estadounidense John Jordan también testificó ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia sobre la presencia de "francotiradores turistas" en Sarajevo.

Un francotirador bosnio en un suburbio de Sarajevo en julio de 1992 AP PhotoMartin Nangle
Un francotirador bosnio en un suburbio de Sarajevo en julio de 1992 AP PhotoMartin Nangle

Un francotirador bosnio en un suburbio de Sarajevo en julio de 1992 AP PhotoMartin Nangle

La justicia, 30 años después

La Fiscalía de Milán tiene ahora una lista de testigos para citar, entre ellos el exmilitar de inteligencia bosnia que se enteró del negocio por un soldado serbio capturado. El cónsul bosnio en Milán, Dag Dumruki, ha asegurado la total colaboración de su gobierno con la investigación.

Los fiscales también han solicitado documentación al Tribunal Penal Internacional de La Haya para la ex Yugoslavia (1993-2017) y están trabajando para obtener archivos del antiguo Sismi, ahora conocido como AISI (Agencia de Información y Seguridad Interna).

Subaši mantiene que algunos de quienes participaron en estos safaris ya han muerto, pero que quienes eran más jóvenes "aún están al alcance de la justicia". Los sospechosos identificados hasta ahora tendrían entre 65 y 82 años.

Un hombre sangrante alcanzado por un francotirador fue arrastrado a la seguridad de un portal el 14 de junio de 1995. AP PhotoJerome Delay
Un hombre sangrante alcanzado por un francotirador fue arrastrado a la seguridad de un portal el 14 de junio de 1995. AP PhotoJerome Delay

Un hombre sangrante alcanzado por un francotirador fue arrastrado a la seguridad de un portal el 14 de junio de 1995. AP PhotoJerome Delay

Una herida que no cierra

Mientras Bosnia aún lidia con las consecuencias de la guerra —es un país fracturado, con una estructura política dividida entre bosnios, serbios y croatas—, este caso reabre una herida que nunca terminó de sanar.

"En la denuncia que presentamos solo hay un destilado de lo que se sabe, una mínima parte", aseguró Gavazzeni. El escritor, de 66 años, nunca tuvo relación directa con la guerra en la ex Yugoslavia. Su búsqueda de la verdad comenzó tras leer artículos sobre estos "francotiradores turistas" y ver el documental de Zupani.

"Es la indiferencia del mal: convertirse en Dios y mantenerse impunes", denuncia el escritor, quien espera que la investigación logre atrapar al menos a algunos de los responsables.

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