El efecto primaria cerrada retrasa el acceso al derecho a la alfabetización

El efecto primaria cerrada retrasa el acceso al derecho a la alfabetización

Es una tarea específica de los docentes y que el cierre de las escuelas postergó. Los expertos aseguran que se puede recuperar el tiempo perdido pero les preocupa que se agraven los niveles de repitencia y el crecimiento de la crítica brecha de desigualdad con los pibes que no acceden a la conectividad.

Por Gastón Neffen

El efecto escuela cerrada visibiliza la importancia del ecosistema escuela abierta. La primaria implica muchas cosas, pero sobre todo el acceso al derecho a la alfabetización, una tarea prácticamente indelegable de los docentes y muy difícil de llevar adelante sin algún grado de presencialidad en las aulas.

Desde Madrid, Andrés Guillermo Delich, secretario general adjunto de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), le contó a Aire Digital que esta fue una de las razones que llevó a los españoles a decidir que la primaria debía ser presencial a partir de septiembre, cuando retomaron las clases, y establecieron un esquema más híbrido y con más conectividad desde el segundo año de la secundaria.

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Delich, que es sociólogo y fue ministro de Educación en la Argentina, está preocupado ante la probabilidad de que el efecto escuela cerrada estire la crítica brecha de desigualdad en América Latina y profundice la repitencia y la progresiva “expulsión” de los chicos más vulnerables del sistema educativo. “Estamos en medio de la pandemia y es complejo, pero necesitamos encontrar alguna diagonal que nos permita recuperar cierto grado de presencialidad en la educación”, insistió.

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Uno de los efectos de la escuela cerrada es la ampliación de la brecha de desigualdad entre los chicos más vulnerables y los de los estratos medios y altos.

Uno de los efectos de la escuela cerrada es la ampliación de la brecha de desigualdad entre los chicos más vulnerables y los de los estratos medios y altos.

En las últimas tres semanas, en la Argentina y en Santa Fe la necesidad de pensar alternativas para volver de alguna forma a las aulas recuperó espacio en la agenda de la pandemia. Delich está viendo en primer plano la experiencia de España, que tiene rebrotes importantes de covid. “Conformaron distintos protocolos. Uno son los grupos burbuja, una estrategia que les permite aislar a un grupo de chicos si hay contagios y no tener que cerrar todo el colegio”, explicó.

En España, los colegios no actuaron como amplificadores de los contagios. "Las comunidades donde la incidencia estaba subiendo han seguido haciéndolo a un ritmo parecido, y las que estaban bajando han continuado haciéndolo”, señaló Clara Prats en el artículo de El País.

Un punto interesante es que los españoles llevan más un mes con las aulas de la primaria abiertas y no vienen midiendo un impacto significativo en la aceleración de los contagios. “No llega al 1% y la cuestión de la escuela abierta no genera tanta tensión en el debate público. Están más preocupados por los contagios en las reuniones familiares y en los jóvenes que van de los 19 a los 29 años”, precisó.

A principios de octubre, un informe del grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Cataluña -que reproduce el diario El País- concluyó que la apertura de las escuelas no agravó la evolución de la pandemia en España luego de analizar las tres primeras semanas de clases.

Un primer punto es que los colegios no actuaron como amplificadores de los contagios. “Es solo un primer análisis y todo puede cambiar. Pero lo que vemos es que la apertura en sí no ha cambiado significativamente las tendencias. Las comunidades donde la incidencia estaba subiendo han seguido haciéndolo a un ritmo parecido, y las que estaban bajando han continuado haciéndolo”, señaló Clara Prats en el artículo de El País. Es una de las autoras del informe y está especializada en el análisis de la dinámica de la pandemia.

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Foto: Maiquel Torcatt

Foto: Maiquel Torcatt

Delich recuerda que la escuela cumple un rol decisivo para intentar acortar la brecha de desigualdad entre los chicos y los que nacieron en estratos medios y altos. “Con la educación a distancia se potencian más esas diferencias en América Latina, que es una de las regiones más desiguales del mundo”, advirtió .

"El sistema de protección social respondió rápido y bien, pero el problema es que no es sostenible en el tiempo. Y esta crisis no se va a ir rápido”, adelantó Gala Díaz Langou.

Un diagnóstico certero

Ese también es el riesgo en la Argentina. Para Gala Díaz Langou, directora de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la pandemia agravó la situación de vulnerabilidad de las familias más pobres.

Los padres son los más afectados en el mercado de trabajo, por el elevado nivel de informalidad y precariedad. Suelen ser los primeros trabajos que se pierden. Y las restricciones de la pandemia suspendieron la escuela, los clubes y los centros comunitarios, que son espacios de contención para los niños y sus familias. “La pandemia amplió las desigualdades. La pobreza infantil pasó del 52% al 60%”, precisó en una entrevista con Aire Digital.

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El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Tarjeta Alimentaria -entre otras políticas sociales- mitigaron el crecimiento de la pobreza. “Sin estas políticas, la pobreza hubiera crecido tres puntos porcentuales más en el país, del 40,9% al 43,5%. El sistema de protección social respondió rápido y bien, pero el problema es que no es sostenible en el tiempo. Y esta crisis no se va a ir rápido”, adelantó Díaz Langou.

Un puente de palabras

El gran desafío de la primaria es apropiarse de un mundo de palabras y sentidos. Marta Zamero es docente de grado y posgrado (Uader), investigadora en temas de lengua y literatura y experta internacional en alfabetización. Su posición sobre la educación y la pandemia es clara. “La decisión de cuándo volver con la escuela la tienen que tomar los médicos, los sanitaristas y los infectólogos”, planteó.

Pero tiene muy claro lo que se dificulta con el efecto escuela cerrada: la alfabetización. “Los padres y las personas que cuidan a los chicos pueden armar y desarmar palabras con ellos, pero un maestro hace un trabajo mucho más profundo con los cuentos y los textos. Les enseña las reglas que les permiten construir las oraciones y los sentidos que esas palabras movilizan”, explicó.

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En la escuela, los chicos aprenden de sus docentes y en la interacción con sus compañeros, que también es una instancia decisiva.

En la escuela, los chicos aprenden de sus docentes y en la interacción con sus compañeros, que también es una instancia decisiva.

Suma un enfoque más: el conocimiento colectivo. Los chicos se apropian de las palabras en la interacción con sus compañeros. “En el primer ciclo de la escuela primaria, los dos primeros años están fuertemente dedicados a comprender de qué se trata la escritura y la segunda etapa es aprender a escribir buenos textos, sobre todo sencillos, breves y claros”, recordó Zamero.

Con la alfabetización emerge un modo de trabajo intelectual y se construyen capacidades esenciales como la concentración, la atención y la posibilidad de pensar por escrito y acceder a lo que piensan otros. “En la alfabetización, las asimetrías y desigualdades quedan muy expuestas. Hay chicos de 2° grado que leen y escriben bien y otros que están en 5° grado con una lectura silenciosa frágil y balbuceante”, recordó la experta.

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Esto era así en el contexto pre-pandemia y el riesgo es que en el escenario escuela cerrada profundice las dificultades que enfrentan los chicos más vulnerables para alfabetizarse.

¿Se puede recuperar el tiempo perdido? Zamero cree que sí y que va a ser más sencillo si durante la era del coronavirus los padres ayudan a mantener a los chicos cerca de las oraciones y las palabras.

El proceso de escribir tiene una función cognitiva. Una persona, un chico, sabe mucho más de ese tema cuando termina de escribir un texto”, destacó Zamero.

“El momento del cuento es clave en la pandemia”, recomendó. Hay padres que no entienden porque sus chicos les piden una y otra vez que les lean el mismo cuento. “A los chicos les enseña mucho un texto conocido porque experimentan una sensación de seguridad -apuntó Zamero-. Los chicos llegan a dominar las palabras de este texto, incluso las memorizan y se enojan cuando los padres no las leen exactamente en el ritmo que ellos conocen. Les gusta volver a un cuento conocido porque disfrutan el placer de anticipar, de saber lo que va a pasar”.

Hay que definir, entonces, una rutina de lectura. Y las canciones también son fundamentales. “Que un chico pueda cantar de cabo a rabo una canción, que se apropie de la letra, también enseña a un montón”, aseguró.

Pintar y dibujar tiene más que ver con el arte que con la alfabetización, pero para Zamero es importante igual, porque los chicos se sientan y se concentran.

En los chicos que son más grandes, una buena idea es pedirles que escriban. “Un párrafo simple, en el que puedan hilvanar una idea. El proceso de escribir tiene una función cognitiva. Una persona, un chico, sabe mucho más de ese tema cuando termina de escribir un texto”, destacó Zamero.

Lo que propone es mucho más que alfabetizar, es construir un puente de palabras entre los chicos y sus padres para atravesar la pandemia, olas de oraciones para resignificar el encierro y entender todo lo que nos está pasando.