El fútbol se caracteriza en la actualidad por dos cuestiones, que ni siquiera la pandemia pudo cuestionar fuertemente: el marketing y los onerosos contratos. El dinero se ha convertido en un factor vital para conseguir triunfos en las grandes ligas europeas, y lentamente van desapareciendo las epopeyas logradas por equipos de menor poder adquisitivo en cuanto a palmarés.
En los últimos 20 años, las citas mundiales de mayores –ya sean en selecciones o clubes-, fueron reservadas en su gran mayoría para el fútbol europeo. UEFA –la entidad que regula el deporte en el viejo continente-, se llevó en ese lapso las últimas cuatro Copas Mundiales de la FIFA; y además 15 títulos globales a nivel clubes uniendo la Copa Intercontinental, y el Mundial de Clubes. Parece que la tendencia se inclinó definitivamente para el viejo continente, a partir de los refuerzos indiscriminados por parte de los clubes, apoyados fuertemente por el dinero del marketing y la televisación.
Todo esto, tuvo un preludio que es interesante destacar. Hasta el año 1990, los clubes europeos solo podían reforzarse indiscriminadamente con jugadores de la liga de origen; es decir que los futbolistas provenientes de otro país de la Unión Europea debían ocupar el cupo de extranjero, como bien sucede hasta la actualidad, en la República Argentina, sin discriminar nacionalidad o acuerdo comercial.
La figura de Jean-Marc Bosman
Bajo este contexto, surge la figura de Jean-Marc Bosman. El jugador nacido en 1964 y oriundo de Bélgica, era un futbolista profesional que jugaba para el Real Fútbol Club de Lieja. Tras una negociación infructuosa con el Dunkerque de Francia, el futbolista le inicia acciones legales al club belga, la Federación y la UEFA, alegando que las normas vigentes le impidieron conseguir trabajo en un club fuera del país. Esa decisión le puso fin a su carrera: jamás pudo volver a jugar.
El fallo del caso Bosman
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea con sede en Luxemburgo declaró ilegales las indemnizaciones por traspaso y los cupos de extranjeros cuando se aplicaran a ciudadanos de la Unión Europea (UE), el 15 de diciembre de 1995.
Decisión absolutamente lapidaria para el fútbol de Sudamérica
El panorama en los duelos intercontinentales cambió drásticamente durante las últimas décadas tras la implementación de la “Ley Bosman”. Mientras Sudamérica ganó 20 de los primeros 33 enfrentamientos por título del mundo (60%), nuestro continente celebró en apenas 6 de los últimas 26 ediciones (23%). Ya no era negocio para los clubes europeos el fomentar sus canteras, sino vaciar las ajenas con el dinero de la televisación y nacionalizar jugadores jóvenes de países del “tercer mundo”. Además, las devaluaciones en estos países con respecto al Euro, tentaron a los jugadores para abandonar sus ligas y potenciar aún más el fútbol en aquel continente. Desde Brasil en la Copa Mundial de la FIFA en 2002 que Sudamérica no obtiene un torneo de tal magnitud, siendo únicamente Argentina en Brasil 2014 la única selección sudamericana en alcanzar el partido definitorio por el trofeo más codiciado. Además de reforzar sus clubes, reforzaron sus seleccionados, al no recorrer grandes distancias para entrenarse y competir.
El último club argentino campeón del mundo: Boca Juniors
Boca Juniors fue el último –y único- equipo en alcanzar la gloria mundial post ley, al coronarse campeón de la Copa Intercontinental, el día 14 de diciembre de 2003 al doblegar por penales al poderosísimo Milan de Carlo Ancelotti por penales, tras un 1 a 1 en los 120 minutos -Donnet, ex jugador tatengue, convirtió en aquel encuentro-. De la mano de Carlos Bianchi, ya le había ganado al Real Madrid por 2 a 0 en el año 2000 ascendiendo a dos el número de torneos obtenidos con la nueva reglamentación. A nivel sudamericano, Boca es el único equipo que pudo reeditar el título, marcando la extrema dificultad de poder competir de igual a igual con el poder de billetera de los clubes del viejo continente.