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Los García, la historia familiar que explica por qué las frutillas florecieron en Coronda

Este fin de semana se festeja la Fiesta Nacional de la Frutilla y se conmemoran los 100 años de la primera plantación en la ciudad. Los García llevan 98 cosechas seguidas y tuvieron un rol clave en el desarrollo de la cadena frutillera.

En Coronda, la historia es conocida. La primera planta de frutilla la trajo Lamberto Lafuente en 1919, un poco para probar si “prendía” en el patio. El experimento botánico funcionó y Lafuente quiso compartirlo: le regaló unas plantas a Juan Savoya. Hasta acá, era casi un hobbie, pero la historia se aceleró cuando Savoya le regaló unas plantas de frutilla a José García García, un inmigrante español de Cartagena que había llegado a la Argentina a principios del siglo XX.

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Miguel y Tato García producen frutillas en unas 7 hectáreas, en las afueras de Coronda.

Miguel y Tato García producen frutillas en unas 7 hectáreas, en las afueras de Coronda.

Cuando García probó con las frutillas vio la oportunidad, el negocio y un eje de desarrollo para toda una región. En 1925 sembró todo las hectáreas que pudo y en 1927 se fue a venderlas, tipo “llanero solitario”, a Rosario y no paró. En 1935 logró que sus frutillas lleguen a las góndolas y verdulerías de Buenos Aires, y las que cosechan sus nietos Miguel y Floreal “Tato” García, que recibieron a Aire Digital en plena cosecha, todavía siguen ahí.

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“En la década del 20’ y el 30’, el abuelo José les regaló plantines a todos sus familiares y amigos. Y como vieron que a él le iba bien, el cultivo despegó en toda esta zona”, contó Miguel García. Con este "efecto contagio" se comenzó a construir una cadena que en la actualidad genera unos 4.000 puestos de trabajo en las quintas, en las fábricas y en la logística. Entre 1945 y 1960 fue la época de oro, cuando se llegaron a sembrar unas 700 hectáreas (el triple que el área actual de unas 250 hectáreas).

Con 98 cosechas de frutillas consecutivas, es altamente probable que los García sean los productores más antiguos de frutillas que quedan en pie en la Argentina. “En Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires, comenzaron antes, pero ya no se produce en esa zona”, recordó Tato García.

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Se estima que unas 4.000 personas trabajan en la cadena de las frutillas en Coronda.

Se estima que unas 4.000 personas trabajan en la cadena de las frutillas en Coronda.

Son expertos y le ajustaron la tuerca a cada etapa productiva. Se asociaron para producir los plantines con un vivero de Trevelin (en Chubut), siembran y cosechan en Coronda, comercializan en Buenos Aires y otras ciudades con marca propia (José García García y Miguelito) y en sociedad con otros tres productores construyeron una empresa (Frutillas del Litoral) para producir pulpa de frutilla para helados, mermeladas y frutillas congeladas. Un 30% de la producción se exporta a mercados competitivos, como Estados Unidos o la Unión Europea.

Lo de producir los plantines en la Patagonia fue una idea de Miguel. En el vivero de Trevelin, al pie de la Cordillera de los Andes y pegado al Parque Nacional Los Alerces, los plantines se empiezan a preparar en septiembre. Los producen en esta zona porque es mejor la sanidad y maduran más rápido.

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Los plantines de frutilla se producen en Chubut, al pie de la Cordillera de los Andes.

Los plantines de frutilla se producen en Chubut, al pie de la Cordillera de los Andes.

En Coronda, mientras tanto, en el lote que será destinado a frutillas siembran un sorgo, una avena o una vicia, que luego se “disquea” (no se cosecha sino que se incorpora al suelo para que el cultivo antecesor aporte nutrientes y materia orgánica) cuando se preparan los “camellones” (surcos) para las frutillas.

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En el verano, van preparando la infraestructura del lote: las pequeñas lomadas en las que va el “mulching” con la manguera de riego por goteo y los arcos del microtúnel para proteger a las plantas de las heladas. Los plantines que vienen de la Patagonia los siembran en abril (a mano), con una densidad de implantación de 30 centímetros.

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Las frutillas se cosechan entre junio y diciembre, pero los meses más fuertes son septiembre y octubre.

Las frutillas se cosechan entre junio y diciembre, pero los meses más fuertes son septiembre y octubre.

La cosecha -se sigue recolectando frutilla por frutilla- comienza en junio y tiene su pico entre septiembre y octubre. “Suele terminar a principios de diciembre, cuando los muchachos ya no quieren seguir porque sacan muy poco”, contó “Tato” García.

El promedio de rinde en Coronda oscila cerca de los 35.000 kilos por hectárea, pero esta campaña hubo pérdidas de hasta 10.000 kilos porque el agua viene más salina. Es que en el río Coronda hay un mayor aporte del Salado, por la bajante en la cuenca del Paraná. “Impacta en los rindes pero no en la calidad, al contrario, las frutillas de este año tienen un sabor más concentrado”, aseguró Miguel García.

Con unas 250 hectáreas sembradas, Coronda sigue siendo el principal polo frutillero del país. En las provincias de Buenos Aires y Tucumán se siembran más hectáreas pero en una superficie más dispersa. En esta región de Santa Fe, en cambio, los “camellones” (surcos) con frutillas se concentran alrededor de esta ciudad, que este fin de semana celebra la Fiesta Nacional de la Frutilla.

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Miguel García controla la calidad de las frutillas luego de la cosecha.

Miguel García controla la calidad de las frutillas luego de la cosecha.

Si la mira se pone en el horizonte del sector, el eje ambiental tiene un peso creciente y hay tensiones importantes entre vecinos, ambientalistas y productores por el uso de herbicidas, fungicidas y plaguicidas en otra zona productiva importante: Arroyo Leyes.

“En Coronda hace veinte años que venimos apostando a las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Usamos sólo productos de banda verde o azul, que están aprobados por el Senasa, y se respetan los períodos de carencia. Además, estamos trabajando con la Bolsa de Comercio de Santa Fe y otras entidades para certificar la producción. De hecho, para poder exportar hay que seguir protocolos de trazabilidad rigurosos”, destacó Miguel García.

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Tato García supervisa el embalaje final de las frutillas.

Tato García supervisa el embalaje final de las frutillas.

Pero es un tema abierto y que atraviesa a toda la producción agropecuaria, no sólo a las frutillas. De hecho acordar criterios de producción sustentables es uno de los principales desafíos de Santa Fe, una provincia con un claro perfil agroindustrial.

Hay dos temas más que son centrales: la falta de renovación generacional entre los productores -es decir, más jóvenes que tomen la posta- y el problema de que los costos están dolarizados y vienen erosionando la rentabilidad de los productores.

Es un punto importante para el futuro Coronda, cuya economía es muy sensible a las coyuntura del negocio frutillero.

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