El amor romántico voló desde París y aterrizó en el Puente Colgante. Hay 43 parejas que confían en la promesa del vínculo eterno y colocaron candados en el símbolo de la ciudad. En el Sena, las personas enamoradas tiraban las llaves al Sena, en Santa Fe probablemente al fondo de la Laguna Setúbal.
Los candados están en la rejilla de los arcos y en las barandas laterales del puente. También debajo de las antenas del puente, lo que demuestra que algún enamorado temerario se “colgó” guiado por la consigna “el amor todo lo puede”.
“C y N”, “Ema y Vale”, “Melina y Agustín”, “Agus y Nico”. Los nombres quedan pero el público se renueva: en el 2015 había solo 13 candados, según un relevamiento que hizo ese año el diario El Litoral. Decorados con corazones de liquid paper o con purpurina, muchos acompañados por grafitis patentando la cuenta de Instagram de los/las enamorados/as. Amor millennial.
El filósofo Zygmunt Bauman definió la fragilidad de los compromisos actuales. En su era del amor líquido y Tinder, parece que una de las maneras de aferrarse al amor es comprando candados en la ferretería de la esquina para ponerlos en todo lo que parezca sólido. Desde la Gran Muralla China hasta la Torre Eiffel de París, el amor parece ser un candado sin llave.
Un amigo está en Europa poniendo candados en un puente para celebrar el amor con su pareja.
Acabo de pedirle que ponga uno por mí que diga “Magui & Hidratos de Carbono por siempre” pues es mi relación más estable, duradera y honesta. Informaremos la evolución de la solicitud— MaGui LóPeZ
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